jueves, 15 de abril de 2010

Pascua de Resurrección

Bueno, ya pasó la octava de Pascua. La Semana Santa 2010 ya es historia.
Pero nuestra historia personal continua.
Cada día es distinto, cada año es distinto.
Así también nuestra vida como cristianos debería ir sino en espiral hacia arriba, al menos cuesta arriba.
Hoy a la hora del almuerzo veía junto a mi familia unas imagenes en la televisión, sobre la crufixión de Jesús.
De alguna manera esas imagenes querían expresar los pasos que se dieron para que Máría la Madre de Jesús, pudiese acercarse al pie de la cruz. Se entiende según la versión del evangelio de San Juan.
Un soldado romano se acerca a aquella mujer llorosa, después de escuchar, que aquella, era la madre del crucificado.
Aquel soldado se acerca y tomándola de los brazos, lleva a Maria al pie de la Cruz.
Mientras tanto el Crucificado, reza: Eloi,Eloi, Lama Sebactani!!!... Siguen los gestos de dolor de aquel hombre suspendido en la cruz.
Enfocan el rostro de dolor de aquella madre que se contiene para no gritar. Lloraba en silencio.
"Dios mio, Dios mio, por qué me has abandonado". Es la traducción de aquella expresión en Hebreo, puesta en la boca del crucificado.
Un hombre que siente la soledad y el abandono del propio Dios.
Jesús hombre que muere lentamente suspendido en aquella cruz destinada a los malhechores.
Jesús hombre que clama a Dios en quien cree y se pone en sus manos.
A unas horas está la explosión de una vida de glorificado, para no volver a morir más. Es Dios que salva a la humanidad con el precio del dolor.
Me pregunto: ¿A qué precio gano yo mismo mi salvación?
Pregunto: ¿A que precio nos salvamos cada día?
La vida que engendra nueva vida se levanta, para no volver a morir.
Esa nuestra esperanza.
Que merezcamos resucitar con Cristo en el último dia y que nos halle con las cuentas en azul, a fin de que no nos separe a la izquierda con dirección al fuego eterno.
Que nuestras cuentas en azul nos lleven a la gloria eterna de la dinámica divina.
Enrumbemos con el norte preciso.